En las facultades de periodismo el primer ejemplo de noticia que se pone a los estudiantes es el del hombre que muerde al perro. Eso es noticia y no que el perro muerda al hombre. En México, la noticia es que el policía muerde al hombre.
La clásica mordida es tan mexicana como Zapata, Villa, los clavadistas de Acapulco o los charros. Pasar por México y no sufrir una mordida es no conocer el país. Forma parte del sistema, del engranaje, del funcionamiento interno de la sociedad. Todos los intentos por terminar con esta variante de corrupción han fracasado.
Para quienes desconozcan esta práctica les diremos que es el soborno que se paga para evitar multas o conseguir mas rápidamente documentos oficiales. Te saltas un semáforo, ahí están los agentes para pedir una compensación por la infracción si se quiere evitar una multa o ir a comisaría. Obtener un certificado, un carné, un permiso o una licencia es siempre más fácil si se paga al funcionario de turno, una amable mordidita para acelerar los trámites o alterar las condiciones del documento en cuestión.
Según la Encuesta Nacional de Corrupción y Buen Gobierno, realizada por la organización Transparencia, en el último año se han registrado 214 millones (este país tiene 100 millones de habitantes) de actos de corrupción en el uso de servicios públicos. Es decir, que todos los que vivimos en México hemos pagado al menos dos mordidas este año. Personalmente he cumplido con mi cuota. Algunos datos de la encuesta son realmente increíbles. Así, el monto total de lo que se paga en mordidas asciende a 23 mil millones de pesos ( unos...............dólares). Esta cantidad representa casi un 1% del PIB, mas de lo que se gasta el Estado en investigación científica y tecnológica. En los hogares donde entra más de un salario mínimo, se destina al año el 6,9% de los ingresos a mordidas. En fin, que se trata de un magnífico negocio, exento de impuestos, con ganancias seguras y poco riesgo.
De vez en cuando, las cámaras de TV sorprenden in fraganti a algún policía en plena faena. Los agentes mordedores, al verse sorprendidos, huyen tapándose la cara en persecuciones kafkianas mientras los reporteros los rastrean, incluso desde helicópteros. Ha habido casos maravillosos. Como el del motopatrullero que cedió su Harley por 200 pesos a un amante de las motos para dar una vuelta, pero, eso sí, sin poner la sirena. Lejos del falso romanticismo con que a veces se asume la existencia de las mordidas, el fenómeno se presenta como una lacra para este país. Pero el peso de la tradición es tal que quizás lo mejor sería regularizarla.
"La corrupción de la política no tiene nada que ver con la moral, o la laxitud de la moral, de diversas personalidades políticas. Su causa es meramente material."
Emma Goldman
"En todos los hombres está presente la corrupción: sólo es una cuestión de cantidades."
Carlo Dossi
"El deber de la juventud es pelear contra la corrupción."
Kurt Cobain