El camino que no escogí.
Dos caminos se bifurcaban en un bosque amarillo y lamentablemente no pude
recorrer los dos.
Y siendo yo un viajero solitario, largo tiempo me detuve.
Y miré por uno de ellos, tan lejos como pude hasta donde se perdía en la maleza.
Entonces consideré el otro, tan recto como el anterior y poseedor quizá de mejor
derecho, porque el pasto era más alto y deseaba ser recorrido aunque quienes
habían pasado por allí los habían desgastado casi por igual...
Y esa mañana ambos se tendían en hojas que ninguna pisada había ennegrecido
¡Ah, dejé el primero para otro día!
Y sin embargo, sabedor de que un camino lleva al otro, dudé si alguna vez
regresaría.
Debería decir esto con un suspiro
en algún momento, dentro de muchas eras;
dos caminos se bifurcaban en el bosque, y yo, yo tomé el camino menos transitado.
Y ésa ha sido la diferencia.
Robert Frost (1916)
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