He visto ayer por una ventana un tiesto lleno de lilas y de
rosas pálidas, sobre un trípode. Por fondo tenía uno de esos
cortinajes amarillos y opulentos, que hacen pensar en los
mantos de los príncipes orientales. Las lilas recién cortadas
resaltaban con su lindo color apacible, junto a los pétalos
esponjados de las rosas de té.
Junto al tiesto, en una copa de laca ornada con ibis de oro
incrustados, incitaban a la gula manzanas frescas, medio
coloradas, con la pelusilla de la fruta nueva y la sabrosa carne
hinchada que toca el deseo; peras doradas y apetitosas, que
daban indicios de ser todas jugo y como esperando el cuchillo
de plata que debía rebanar la pulpa almibarada; y un ramillete
de uvas negras, hasta con el polvillo ceniciento de los racimos
acabados de arrancar de la viña.
Acerquéme, vilo de cerca todo. Las lilas y las rosas eran de
cera, las manzanas y las peras de mármol pintado y las uvas de
cristal.
Rubén Darío.
Feliz inicio de semana, ya casi por terminar el cuarto mes del año, recuerda que las personas pensantes no se atormentan por los errores del pasado ya que de ellos se aprende y no lo pueden cambiar, por el contrario, sólo recuerdan el pasado, viven el presente y sueñan con un futuro prometedor.
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